La trascendencia de proteger adecuadamente productos, marcas y creaciones es a menudo obviada por las personas que emprenden un negocio, por artistas que comienzan su carrera profesional pero también otras veces, por empresas ya consolidadas de diferentes sectores. En la mayoría de las ocasiones por desconocimiento y en otras, porque no se le otorga la suficiente importancia a la protección de los activos intangibles, pero lo cierto es que esta cuestión es de gran relieve para el desarrollo y la monetización de cualquier negocio.
Por ello, cuando hablamos de derechos de propiedad intelectual, debemos tener en cuenta tanto los referentes a la propiedad industrial (patentes, marcas, diseños industriales) como a los relativos a los derechos de autor, copyright y demás relacionados, defender todos ellos es vital para hacer frente al pirateo y al plagio de nuestras ideas y obras así como para reforzar nuestra posición competitiva en el mercado.
Batallas legales entre Apple y Samsung durante más de siete años, entre las marcas La Española y Carbonell, demandas por las imitaciones de los pantalones vaqueros de la marca Levi´s Strauss, por copias de diferentes marcas de moda, de canciones, de audiviosuales... la lista de conflictos sobre propiedad intelectual es interminable pero al menos en todas ellas se han podido ejercer su reclamación de derechos porque previamente habían registrado e inscrito la propiedad de los mismos.
Una buena idea, una excelente obra, un excepcional diseño dan lugar a empresas únicas y valiosas precisamente por la originalidad y creatividad de los productos o los servicios que ofrecen, por la música que componen o los libros que escriben, de ahí que la protección de sus activos deba estar siempre presente, tanto desde el primer momento, incluso previo al inicio de su actividad como durante todo el transcurso de la misma.
Una óptima estrategia de propiedad intelectual es aquella que tiene como principal objetivo el registro y protección de productos y servicios en consonancia con los objetivos de la empresa, de la entidad o del artista, convirtiendo de este modo sus ideas en algo tangible y dotándolas de la seguridad jurídica necesaria para hacer frente a sus competidores.
Dicha estrategia debe incluir a la propiedad intelectual en el plan de negocio inicial y en el plan de empresa que se va ultimando en cada etapa de crecimiento y oportunidad, optando así por una actitud proactiva y defensiva que reforzará su posición en la industria.
En el diseño de este plan y según el tamaño de la empresa, el número de activos, la categoría, el tipo de obra, podremos combinar diferentes modos de protección que pueden incluir la marca en sí (nombre y logo), el diseño industrial (la forma, colores de una maquinaria), la patente (la invención técnica) y los derechos de autor ( de la creación artística y/o gráfica, pero también del propio logo y diseño), incorporando del mismo modo los activos digitales que las nuevas tecnologías y el metaverso nos permiten.
Por tanto, una estrategia efectiva conlleva realizar un estudio de diferentes variables que van a considerar el valor de los activos, el mercado, la competencia, los costes, la innovación, la vida del producto o de la creación, la comercialización de los mismos, el soporte, el territorio de distribución, etc...
Y debe además evaluar el coste-beneficio de registrar estas patentes, marcas, derechos de autor, pudiendo comenzarse por un nivel de protección inicial más económico que puede llevarse a cabo mediante acuerdos de confidencialidad, notas sobre derechos de autor,...previos a la inscripción en el registro.
Del mismo modo, deberá incorporarse un sistema de monitoreo y vigilancia que nos ayude a detectar posibles infracciones de nuestros derechos.
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Autora: Patricia Bueso
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